La iluminación de estado sólido (LEDS) ha cambiado el paradigma de la iluminación. Ahora es más barato iluminar y además es más simple, ya que las luminarias y proyectores actuales son mucho más compactos. Lamentablemente, estas ventajas no son correctamente aprovechadas y se tiende a sobre iluminar, dar preferencia a las fuentes frías (mucho contenido de azul) y a utilizar la iluminación en lugares y momentos no deseados o recomendados. Para enfrentar estos nuevos desafíos ya no basta con señalar que la contaminación lumínica afecta a la astronomía, una de las disciplinas científicas más en boga en la actualidad y que posee una gran gravitación en nuestro país. Ahora se deben ampliar las miradas e incluir el ya ampliamente documentado daño al ambiente natural y nuestra propia salud. La nueva Norma Lumínica que actualmente se encuentra en proceso de consulta pública, ha empezado a tomar en cuenta estas nuevas implicancias negativas de la iluminación artificial. Se propone extender la normativa a todo el país, incluir a las áreas silvestres protegidas y restringir de manera más severa las emisiones espectrales azules.